martes, 27 de diciembre de 2016

Cuando acaba el videoclip.

¿Qué ocurre cuando acaba una canción de The Lumineers?

Parece que nos crecen alas, que una vida sin las ataduras que la cotidianía nos cede es posible, que el respirar más profundo tiene sentido, que la vida, sí, la vida, merece por fin todo mal trago hasta el momento. Parece que nos salimos de las estadísticas, que no hay quien calcule nuestra pasión, ni la emoción que nos hace vibrar, que el sonreír era un deporte que se nos estuvo a puntito de olvidar, hablo de sonreír de verdad, de cuando la sorpresa te da en la cara, de ser un crío que tiene ya una edad.

Pero ¿qué ocurre cuando acaba el videoclip?

¿Habré de querer que esa ilusión permanezca?

No, que se vaya, que la realidad no se abrirá paso hasta que el sueño no se desvanezca.

¿Habré de querer eso de permanecer torpe?

Depende, de si consigo hacer de eso de dormir en el suelo un deporte.

lunes, 26 de diciembre de 2016

La lucidez de la ignorancia de un niño.

Estando yo en un puesto de trabajo que consideraba de nula importancia me ocurrió algo asombroso, algo que, por su sutileza, bien pudiera haber pasado desapercibido.

Un muchacho que podía rondar los trece años comenzó, como cada día que bajaba a la piscina, a charlar conmigo sobre las viscitudes que pudieran preocupar a una mente como aquella, casi sin pretenderlo comencé a hablar de política, y a una pregunta mía respondió, sonriente y con asombrosa lucidez:

-Yo no entiendo de eso, ¡soy un niño!

Él fue consciente de su falta de información y experiencia, ¡torpe de mí! pretendiendo obtener opinión de quien carece de la información necesaria, ¡torpe de mí! que dí mi opinión en aquellos momentos en que apenas sabía de lo que hablaba, ¡torpe de mí! que consideré válida cualquier opinión si se dijo con el aplomo necesario para encontrar un asentimiento enfrente ¡torpe de mí!

¡Torpe de mí! que discutí con mi primera novia sobre la veracidad de mi idea de amor. "¿Mi idea de amor?" pienso ahora, ¡Como si yo pudiera abarcar tanto! ¡Torpe de mí! ¡Torpe de mí y torpe de aquel que creyó que con quince años pudo abarcar tanto! ¡Torpe de mí cuando me dije "yo lo comprendo"!

Cuando debí decir:

-Yo no entiendo de eso, pero estoy aprendiendo.

martes, 20 de diciembre de 2016

Vértigo.

El deseo de volar siempre estuvo ahí, fue algo intuitivo, nacido de lo irrefrenable del ser humano. será por eso que no es tan raro el acongoje que precede a un salto de paracaídas, es el vacío lo que nos hace gritar. El vértigo, escuché una vez, nace del miedo al deseo de tirarse y no al descuido de caerse, otra forma de decirlo sería que tememos más a nuestro yo como ser activo que a nuestra torpeza. He de suponer, por tanto, que el vacío estaba en nuestra identidad desde el comienzo.


Debe ser hora de aceptarlo y de fabricarse unas alas a escala.

domingo, 18 de diciembre de 2016

El cojo mantecas.

Y buscando cual buzo entre el rincón de tu sobaco, que no axila, me encontré, me encontré a mí mismo escapándome al quedarme cerca, el amor genera problemas, precisamente por evitarlos.

Es por eso que el amor no es para quien pretende gestar, para quien el fracaso le sabe dulce por preceder a la heroica sensación de recuperar la verticalidad para seguir avanzando.

El amor, supuse, no es para quien es hijo de las tretas, de la negación del asceta, el amor es para el poeta, que usa esa receta para sentirse peor.

El amor no es para el cojo cabreado que se empeña en darle patadas a sus muletas.

Aunque sepa que con muletas se anda mejor.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Sin contradicción.

Somos los compradores de los sueños que el marketing nos dijo que estaban de oferta.

De unas ideas que vimos un día y defendemos como si fueran nuestras.

De gestos que hicimos, que sin pertenecernos (y perteneciéndoles nosotros a ellos) se encargan de nuestras gestas.

De la ética que se encargue de no dañar a quien más influencia tenga sobre la visión nuestra de nosotros.

Y regalamos el oro empeñándolo con el empeño de no adueñarse de lo que somos desde la concepción.

Somos, sin nuestro permiso, pura sensación.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Las pupilas.

Tras el largo abrazo llegaría el beso, Fernando lo sabía, ese tímido momento en que las caras se van deslizando a través de la mutua mejilla para terminar siendo la comisura culpable de aquel acto y no la propia decisión, era una manera de decir "¡Eh! ¡Yo no fui! ¡Yo no quería! ¡Pasó, casi, por casualidad!"
 -Me gustas
Dijo Julia a media distancia entre su oído y su boca.
El beso era inminente y ambos lo sabían.
-Se me dilatan las pupilas cuando te veo.
Respondió Fernando antes de besarla, y cuando los besos rodearon la escena, cuando el freno quedó fuera de la participación, las ideas revolotearon por la estancia, volaron para que ellos no las atraparan, para que se centraran en aquello que era, por ser sensación pura, lo que más importaba.

Pero para el cosmos no pasaron desapercibidas aquellas frases de los amantes.
Cuando Julia, a centímetros de su oído, pronuncia esas palabras, le recorre un tímido temblor a través de la piel de los brazos, es normal, la acción de gustar aunque dependiente de un agente externo es propia, para Julia su yo era aquello que le gustaba, por eso sus gustos los trabajaba y moldeaba para que alcanzaran la perfección, él era ahora parte de su proyecto.
Por el contrario, cuando Fernando decía "Se me dilatan las pupilas cuando te veo", su piel se mantiene firme y una suave sonrisa atraviesa su semblante, lógico. Cuando Fernando, a centímetros de su boca, pronuncia aquellas palabras, está asociando su gusto a todo lo externo a su yo, él no forma parte de la decisión de su gusto, por dios, ¡él no controla sus pupilas!
Por eso para él era mucho más sencillo hablar de amor que para ella. Ella se jugaba la identidad en su ideal, él tan solo jugaba a teorizar.

Por eso ella temblaba y a él le encantaba jugar.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Un día complejo.

La inspiración, cosa de necios.
Pablo miró el zapato que yacía pegado a la esquina de la mesa, alzó la vista hacia la ventana y se dijo eso mismo "la inspiración parece cosa de necios".
Él había sentido la desesperación por ese momento de epifanía que no quería llegar y solía apostar por la búsqueda de nuevas formas de consuelo, pero la horma del zapato no le decía nada, nada sobre lo que pudiera pensar.
El día anterior había sido un día complicado, había tenido que exponer su ideal de amor con una amiga con la que solía compartir cama, y la complejidad de la situación era debida, no a la tendencia de falta de honestidad que sugiere hablar de esta temática con quien se ha intimado a niveles cercanos, no, la complejidad era debida a su terquedad a abandonar un ideal, su ideal, aquel ideal que más que una idea, era parte de su identidad, por eso cuando hablaba de amor lo hacía con convicción y defendiendo aquello de lo que No Podía estar equivocado, lo que sentía el resto, simplemente no era amor, y si lo era, él tomaría otra palabra, por derecho, por ser los demás proxenetas del amor,  y así lo hizo. "Admiración" sonaba mucho mejor "Cuando amas a alguien ves imposible que otro lo ame más que tú, cuando admiras a alguien lo que te resultaría extraño es que alguien no lo admirara al menos tanto como tú".
Él sabía que si comenzaba a amar del primer modo, si comenzaba a ser una puta del amor, algo andaba mal por su interior, (ya que era donde los ideales cambiaban).

De modo que se puso a investigar.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Amor Lacio.

"Debería de haberlo intuido"

Le dijo su cabeza al oído y al analizar cómo había llegado al beso culminante lo comprendió todo.

Aquel amor lo guiaba un caballo al que le había quitado las riendas y pertenecía al reino de los desbocados por cuenta ajena, sin embargo, aun siendo un amor por cuenta ajena y no propia había terminado por ser tan importante que se hizo parte inseparable de su identidad. No se si entienden la gravedad de la situación, Hizo parte de su identidad algo que lejos de elegir dejó que siguiera su curso, ¡fue él la elección de aquel amor y no al contrario! Y su identidad se vio forzada a fundirse con su amor con la misma actitud lacia con que había dejado que ese amor formara parte de su vida. De este modo dejó de ser como fue para que el amor siguiera su curso. No tenía sentido decidir dirección alguna tras esa primerísima actitud, y sobre todo, como bien saben, un amor nacido de la pasividad está condenando a permanecer inactivo sólo haciendo posible su funcionamiento por medio de la fusión con la identidad.

Podrían decir (probablemente con razón) que ese hombre Era algo menos de lo que fue.

A lo que él alegaría: "Al menos Tengo algo más"

Y sigue pensando, sin saber, Si sale ganando o si tiende a perder.

lunes, 14 de noviembre de 2016

¿Dónde está lo que está?

El presente se apoya en mis cojones.

Eran las palabras exactas en el momento menos indicado, dado que el protocolo aconsejaba mantener la constante calma, que así era como la maquinaria podía funcionar, que así era como la consciencia se tendía a apagar.

Me extrañaba que no cundiera el pánico, será que todo irá viento en popa mientras tengamos algo de comer.
Es la historia donde se repite siempre el clásico, y parece que evito aquello que me haga padecer.

Y el grito a la vida se quedó mudo de aburrimiento.

Y el mundo tiene equivocados los sentimientos.

Y la vida se construye con los momentos que haya en el stock.

Que o te da por elegirlos o acabas siendo un filósofo de pacotilla escribiendo sensaciones vacías en un puto blog.

En el riesgo.

Ella era bonita, muy bonita, y yo con estos pelos.

martes, 1 de noviembre de 2016

El cuarto vacío.

"En cualquier sitio, a cualquier hora"

Esa es la premisa que avisa de la imposible rendición.

Cuando terminé la frase que con tinta azul relucía en la pequeña libreta que compré a un ilustrador en alguna plazoleta de Granada alcé la vista, y sentí el vacío que debió sentir Einstein cuando regaló al mundo su efecto fotoeléctrico, recuerdo que en aquel momento sentí la soledad de la inspiración y creí tan férreamente en lo siguiente que me asusté:

Las grandes cosas, las ideas más fuertes tienen su génesis en un cuarto vacío, desordenado y feo.


La soledad te empuja, te empuja hacia cualquier sitio menos en el que te encuentras, y no es una amable caricia que como una niña te guía, no, es un segurata de dos metros que te espeta "aquí no puedes estar", con suerte, puedes tratar de lidiar con ella, haciendo las veces de valiente.

Pero no corras, no hagas el idiota.

Porque ella es mas rápida que tú, y sabrá guiarte hacia la derrota.

jueves, 27 de octubre de 2016

Fact

Mi sociedad es una fábrica de gilipollas, de hijos del protocolo y del salvaguarde del prestigio, del latrocinio institucionalizado de ideas, de agenesia.

Hay un hombre que defiende a medias una idea que aprendió de alguien que debía de vender su interés.

La ausencia de lectura nos hace inconscientes, el odio hacia el protocolo nos hace valientes, el camino difícil nos hace fuertes, pero para serlo hay que elegirlo, pues aquellos de mirada dormida son hijos de la elección de la suerte.

"Nos vemos tras el sueño" dijo el hombre convertido en mártir,
"No"

"No"


"No"

miércoles, 26 de octubre de 2016

Cero patatero.

Una página en blanco no es tan sugerente como un teclado.

Algo inspirado, algo inspirado.

Es innegable que algún recuerdo me viene a la mente, algún deseo impertinente empeñado en catalogarme de egoísta supremo, de ególatra con su propio baremo, es por eso que el cajón de los deseos del pasado lo cierro con la fuerza que me hace avanzar.

Porque el pasado tiene su función donde está, siendo una mera ilusión la acción de traerlo al presente, somos páginas sobre las que nos escribimos, una historia en continuo nudo, y nosotros elegimos si ser un bulo, una mentira con patas, un sufrimiento constante, pero aun no tengo los pies por delante.

Lo que digo no es nada nuevo, porto la filosofía de una red social con originalidad nula de una cúpula que se niega a verse desnuda, pero que a veces... dice la verdad.

La inspiración se entrena, me dije respirando, como si el acto acometiera una estocada contra mi cobardía. "Ególatra egoísta" me digo sin conocer que significa alguna de esas palabruchas.

Aquí hay una opción de ganar y es cambiando el modo, saberse grande sin ego, quererse sin armas, amar sin miedo, acordándose de lo que el fracaso nos enseñó.

Que sí, que un día moriremos, pero el resto de días no.

martes, 18 de octubre de 2016

La tierra y el cielo.

-En una habitación cerrada no hay nada que explorar tras el primer vistazo.

Para él una habitación era material, un espacio delimitado por los torpes trazos de un arquitecto, nada destacable si nadie lo habita, no había exploración más equivocada que aquella que se sustenta en la ausencia de lo que se busca, no se podía pensar en la alegría sin ver las arrugas de las comisuras de sus ojos, ni en la tristeza sin la certeza de haberse encontrado con alguna de sus ojeras. Él era un hombre de hechos, hijo de la tierra, de lo urbano que en vano cree demostrar tener razón, de intuición sedada en la misma cama donde dejó morir su corazón.

Para ella no existía mejor razón para el olfateo del indicio que la ausencia del sujeto, "en efecto, no existe otra razón", veía una sonrisa en la curva de una escritura, tristeza en un delimitado desorden, cariño en la cortina remendada, el espasmo de un orgasmo inesperado justo al lado de las sábanas desechas, no había exploración más certera que aquella que mira por encima de lo visible, del deseable acto de intuir. Ella era una mujer de sueños, hija del cielo, de las alas que crecían en desiertas llanuras, una mujer que augura fortuna en la bruma de la imaginación, de ojos brillantes nacidos del semblante que le enseñó a criar la cría que una vez fue y que, en cierto modo, nunca murió.

Y aun a sabiendas del fracaso que eso suponía no se resistieron al placer del sexo, de ese nexo insuperable de la atracción de lo infinitamente diferente, de aquello que saben que no pueden aprender por no ser complementario, y no es que no lo hubiera, es que hacerlo significaría perder parte de su yo, de esa identidad que tan cuidadosamente se dedicaban a abrazar.

¿Por qué se besaban entonces? ¿Por qué no dejaban sus deseos fuera de la escena y se marchaban de aquel lugar?


Debe ser que quien no lidia con la dentera, no aprende nunca a arañar.

sábado, 8 de octubre de 2016

Llanto de seda

Imaginé que lloraba y siendo un llanto, imaginé que, por no verlo, era uno de esos que nunca vi, no de necesidad desesperada, no de inmadurez supina y de brazo alargado para agarrar lo que luce inalcanzable, no, ese no era el llanto que vi.

El llanto que vi era un llanto lúcido y consolado, tratado con el mimo con el que se tratan las cosas importantes, con cuidado de no romperse, mecido en sus propias lágrimas, sabiéndose ausente de toda sátira, un llanto suave de seda.

Un llanto que se sabía sincero.

Supongo que sería por eso por lo que temblé.


Me daba miedo.

viernes, 7 de octubre de 2016

Noche.

No hay gloria en la exaltación de una noche de fiesta,
ni placer en la búsqueda del empeño de extensión bajo cualquier excusa,
ni blusas preciosas cuando se desabrochan por ser más vacías que suaves.

Hay bares en los que no se bebe tranquilo y bailes despreciables por tener objetivo,
Será que estamos tan desesperados por follar, que nos olvidamos de estar vivos.

Siempre hubo tiempos mejores, he ahí el nacimiento de la nostalgia.

Pero la jovialidad se puede columpiar en las arrugas y tras las dudas puede llegar la magia.


Hay que aprender a mirar, con el arte que nos salga.

Y de repente, casi sin darnos cuenta

Abra Kadabra.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

El cuidado rompe la vida.

Se la comía, porque está claro que hay quien es objeto de alimento para nuestros ojos, era así, punto,

De modo que su sonrisa a medio abrir dejó entreabierta la respuesta a una pregunta que nadie pronunció, la caricia sería inminente, inminentemente deseada, provocada por unas palabras que abrían el cerebro, que sonreían y sabían ser un reto, y como ellos no sabían ser más que boceto salieron del papel, arañando la piel, mordiendo sus sonrisas y acallando a las prisas mediante el instinto.

Eran objetos que todos querían conservar, por eso entre sus dientes se leía: "Shhh, calma, te voy a arrancar ese puto precinto"

miércoles, 14 de septiembre de 2016

A bordo del Abismo.

Así que era eso, tan simple como escondido, eso, esa suerte de secreto a voces que se oculta con un egoísmo insultante, tan sencillo como una sonrisa abierta tras un susurro, tan simple como el vértigo, como esa sobrecogedora sensación de saber que puedes morir y que no pasaría nada, con la ausencia de complejidad de una cama junto a un balcón, tan sencillo como un corazón valiente de plomo, de ésos que cambian sus porqués y se pasan por los cojones cualquier cómo, porque somos el resultado de las opciones que elegimos, pero no esas elecciones, sino su resultado, lo que vemos más que lo que vimos, lo que hacemos más que lo que hicimos.

Somos sensación pura y valiente.

Somos lo que sentimos, por eso el verbo se conjuga así en pasado y en presente.

domingo, 4 de septiembre de 2016

El parlanchín.

Se trataba de buscar las palabras exactas como quien pinta con pinceles de finas cerdas.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Mis cojones.

Adivina, adivinanza, ¿quien se erige como líder de la añoranza?

En presencia se precisa lo pasado, anclado en un futuro mejor, pero no se imagina mejor futuro que el regreso.

Será por eso que somos tan cobardes, y no quemamos fotos ni cartas, ni desprestigiamos el amor mientras cuelgue de un hilo, el hilo que sostiene una balanza que equilibra esperanza y avance.

Pero es imposible avanzar si la balanza no se rompe.

Con que, sólo queda adueñarnos de los platillos que nuestra moral sostiene, aceptar, que si lo que contienen no nos corresponde.

Entonces, quemar la balanza es lo único que nos queda.

Y rezar para que nuestra prudencia se quede quieta presa del pánico que provoca lo arrebatadoramente honesto.

Entonces se oirá el agrio silencio del destroce de todas directrices.

Entonces callaremos todos, solo por saber que nadie está preparado para la verdad.


Por eso es valiente quien la dice.

martes, 23 de agosto de 2016

Puta mierda.

No había alma que soportara una tortura como aquella, tan llena de vacío, del brío inexistente, de gente que no se soportaba, del habla vacía que no quería callar, y es que las lenguas no paraban de hablar.

Decían que no había opinión verdadera y que de ahí nacía el derecho universal de opinar.

Pero las palabras hablaban de alas que crecían en espaldas llenas de llanuras, de sueños de mentes que no se daban tiempo a dormir, de ingentes esfuerzos de debilidad huesuda, de poesía que quería ser alabada, y dejó de buscar para enseñarse porque sí.

Y las lenguas repiqueteaban en su sonar, ataviadas con su galopante vacío, sabiéndose escuchadas, pues todos quieren llenarse de ausencia para no pensar.

Había unas palabras, unas frases, que alguien dijo, que pocos escucharon y que ninguno supo identificar.

Porque quizás estemos preparados para la belleza,

Será por eso que la confundimos con la verdad.







martes, 16 de agosto de 2016

La pinza

Algo pinchaba mi mente, con sutileza, como toda aquello que trata de convencer, con la delicadeza de la seda, y sin embargo, no conseguía sacar el cifrado oculto en la pinza que sentía.

Mis ojos se entornaron y las conclusiones parecían tan lejanas al entendimiento, tanto que una escritura se quedaba en palabras necias y dispersas, como una bala rota antes del impacto, como el acto de escapar, había torpeza más que cobardía, pero sabía que para ser valiente se requería inteligencia.

Pero ¿hasta cuando se estipula prudente el ser paciente?

De algún modo mi pensamiento lateral no funcionaba, "escritura" me dije "eso debe funcionar".

Una idea arribó en mi mente al releer.

"Está claro que me equivoqué".

viernes, 12 de agosto de 2016

La pistola.

No todos los días son lunes, dijo a primera hora de la mañana, será por eso por lo que sobrevivimos.

Quisimos que el camino se mantuviera derecho, en el estrecho linaje del que participa una nobleza como la nuestra, pero la muestra ya anunciaba el contenido perdidamente lleno de pillaje, será por eso que el equipaje que cargaba no sobrepasada las medidas de mano, para ir ligero, y conservarlo entero, pero no todos los días son lunes, ni todos los meses enero.

No es que espere nada, se dijo, pero, siempre existe un pero, una casilla más en la que se pudiera avanzar, una lanza apuntando hacia el objetivo, un hierro más que cargar, pretendía que mi equipaje fuera ligero, le dije, con toda la amabilidad que pude, "pero yo necesito todo esto", dijo mientras lo metía en mi mochila, y caminamos millas y millas, al comienzo podía fijarme en el paisaje y sus maravillas, en las tablillas de madera que cubrían las casitas, en la lluvia, el sol y los atardeceres que ceden paso a la noche, y llegó el derroche, y el camino se hizo camino y no viaje, y el paisaje se hizo camino y no lienzo, y el viento se hizo ausencia por escapárseme los momentos que la vida me regalaba.

Y forcé mi esfuerzo en cargar con la mochila llena de pertenencias que ni quería ni necesitaba.


Pero ni todos los días son lunes, ni todos los meses enero, ni todas las muertes son de bala.



Pero si tienes cojones, dispara.



lunes, 8 de agosto de 2016

La semilla y el tiempo.

-Si pudierais comprar lo que quisieras en este mundo ¿Qué compraríais? -Dijo el profesor con la viva mirada anclada en cada uno de sus alumnos.
-¡Un coche!
-¡Una campana super grande!
-¡Una mansión!

Rió el profesor a sabiendas de la ignorancia presentada, sin embargo fue clemente en su explicación, al fin y al cabo a penas sobrepasaban la década de edad.

-¿Sabéis lo que compraría yo? Yo compraría tiempo, porque tiempo es lo único que no se puede comprar.

La voz del profesor retumbó en las cuatros paredes del aula de sexto de primaria, y como un eco en el silencio aparcó en los oídos de quienes estuvieron atentos, y como una semilla en el viento que no sabe muy bien donde va a caer, se sembró en la mente de un crío, crío que con el tiempo, ese que parecía no poder comprarse, descubrió que tenía un árbol en la cabeza.


Y cuando la semilla fue secuoya, el niño, convertido en adulto, comenzó a pensar.

"Tiempo es lo único que no se puede comprar" pensó, "¿es que acaso todo lo demás es susceptible de ser comprado?", "lo es, sin duda" Y como aquel crío, convertido en adulto, algo había leído del sistema del que, sin elegirlo, pertenecía, algo sabía.

"Todo es susceptible de ser comprado, todo se puede comprar" siguió pensando, "¿Todo?" se preguntó, "Todo menos el tiempo" "pero... ¿Con qué se compra todo?"

"Con dinero" se respondió "Con esa moneda de cambio que sustituyó al trueque a fin de facilitar los precios comunes, a fin de progresar en la civilización y estipular un precio parecido que se desnivelaría con el tiempo" "con el tiempo"

Fue entonces cuando la semilla convertida en un precioso árbol dio su primer fruto.

"¿Cómo se compra el dinero?" "El dinero no es algo inherente al ser humano, no está entre sus cualidades y habilidades personales, no naces con una cuenta bancaria, ni con una moneda en el pañal lo único que tenemos al nacer es..." la semilla floreció "tiempo"

"Tiempo es lo único que tenemos y dinero es lo que compramos con nuestro tiempo" El alumno, quince años después sonrió al saber de la ignorancia de su profesor.


"No es que no se pueda comprar tiempo, es que nos han enseñado a que hay que es necesario venderlo a un precio de mierda"

"De otra manera, tendremos al sistema contra las cuerdas"





viernes, 5 de agosto de 2016

El temblor.

Sintió un temblor y se puso a recordar, con toda la fuerza de su memoria, pero su memoria, como de costumbre, dejaba mucho que desear, y a pesar de su deseo no hubo éxito en la búsqueda del origen de aquel tembleque, supo, que aunque acabara de tomar consciencia de él, llevaba  mucho tiempo rondando por los recovecos de su piel, y como una estampa se había apoderado de toda decisión que firmaba que como contratos siempre se amontonaron en el rincón de la duda, donde no había opción ganadora.

Fue por aquel entonces cuando se conocieron, y se abrazaron, y se quisieron más de lo que jamás habían querido, y se sintió tan querido que la opción de parar se le aparecía como una tortura, y se vio obligado a la más vergonzosa confesión.

-Tengo, tengo miedo -dijo.

Y como sabiendo la respuesta a aquella pregunta oculta se olvidó de que temblaba. Y llegó el punto clave, la inflexión que lo puso todo patas arriba, las palabras mágicas que sin pedirlas las buscaba como manantial en el desierto en el que él se había colocado, esos fonemas que retumbaban en su mente desde que la conoció y que retozaban en el eco del hueco que llenaba su vacío. Ella las pronunció.

-Todo va a salir bien, te lo prometo.

Dejó de temblar inmediatamente, era una garantía, y la firmó ella sin su petición u obligación comedida, sin callejones sin salida ni ejercida presión en el corazón ajeno. Lo prometió por su propio deseo y con el derecho de autodeterminación en la mano, debía de ser verdad.

Pero una buena historia alardea de un buen final, y éste llegó más pronto de lo que él esperaba, "no todo salió tan bien como me prometió" se dijo, enrabietado, arropado de nuevo por el temblor que había abandonado, culpando a quien prometía dicha sin cumplir la promesa.

La rabia dio paso a la pena, la pena a la culpabilidad, la culpabilidad a la fragilidad y esta última al miedo, miedo a romperse sin saber que estaba roto, miedo a dañarse sin mirar sus arañazos, miedo a saltar, ¡a saltar! ¡Él que no había saltado en su vida! "¿Miedo?" se dijo, "yo una vez no tuve miedo"

Y su memoria no falló, releyó entonces el contrato de la pérdida de pavor.

Rebuscó y rebuscó, y encontró la cláusula que le torturaba.

"Se estipula que la parte A comprometida a la permanencia de por vida despojará de la sensación de miedo a la parte B al evidenciarse una mutua necesidad"


Enmudeció, no es que dejara de tener miedo, es que desechó el fracaso como posibilidad presente.

Y así cualquiera deja de temblar. Así cualquiera parece valiente.

jueves, 4 de agosto de 2016

La maravilla de no más de cinco minutos.

"Una canción que dice que un hombre solo conserva lo que no amarra"

Una canción que canta lento al son del cuento que no te contaron, la cuenta vacía y la tranquilidad que desprende, la, la, la intemperie económica y la cónica focalización de lo que importa, importancia nula de lo que se exporta, de dentro a fuera.

No existe admiración más grande que la que nace sin intención alguna.

Y no hubo ninguna bendición de quien pretendió ser libre de admirar.


Respira.

lunes, 1 de agosto de 2016

La máquina.

"Somos la maquinaria de una máquina que no funciona"

En cuanto terminé de escribir la frase en mi libreta intuí que no expresaba todo lo que quería decir, y no es que no fuera la expresión correcta, es que, quizás, no era todo lo exacta que podría ser, y sin embargo no sabía como expresarme mejor.

Corrí unas hojas hacia tras y releí "No sé si soy buen o mal escritor, pero sé que, en ocasiones, cuando tengo mucha suerte, escribo exactamente lo que quiero escribir"

Estaba claro que este no era el caso.

"Somos la maquinaria de una máquina que no funciona", Releí, reflexioné.

La vida es corta, demasiado corta, corta en exceso y con esto no hago referencia a la vitalidad que se ha de mantener por tener consciencia de este hecho, esto no es una apología del Carpe Diem. Digamos que nuestro egoísmo podría estar justificado, incluso aquel egoísmo más altruista.

"Somos la maquinaria de una máquina que no funciona" me repito.

La vida es corta, corta en exceso, tanto que la máquina de la que somos piezas fue creada antes que nosotros, siendo nuestra función la sustitución de otros que se fueron, y lo más terrorífico es que, por ser nosotros tan sólo piezas de una máquina que fue creada por decisión ajena, la única conclusión lógica es que la máquina se arregla por sí sola, sin nuestro permiso o decisión y toda pieza es sustituible a fin de que la máquina siga funcionando, y no importa que se esté de acuerdo o en desacuerdo con el funcionamiento de la máquina, ella prevé tu comportamiento y te dice:

"No me importa tu conclusión, no me importa tu pensamiento"

Y sigue trabajando, sabiéndose dueña de su destino, sabiendo que es creadora de unas piezas que garantizarán Siempre su funcionamiento.








domingo, 24 de julio de 2016

¿Bien? Tu puta madre bien.

Tenemos una vida que no nos gusta, una necesidad de acusar con el dedo el defecto ajeno, un dedo, por cierto, monstruosamente defectuoso, la incapacidad de estar callados, tenemos la inquietud de explayar nuestro ego hasta el límite que tapona nuestros oídos.

Tenemos una ausencia de vitalidad tal que nuestras ojeras modelan nuestra apariencia y la transparencia se vende como terapia infalible, tenemos que estar bien y contarlo, que estar bien expresarlo, tenemos que estar mal y explicarnos, y solucionarlo.

-¿Cómo estás?

-Bien.

Tenemos que estar bien, aunque nos vaya mal, aunque no queramos, aunque no lo estemos, para que nuestra respuesta sea meritoria si el contexto no acompaña o para que ésta sea orgullosa si acaso el contexto se postra a nuestros pies gracias al propio esfuerzo.

Hemos de estar bien, todo lo que en nuestra mano sea posible, porque parece imperceptible la evidencia de culpabilidad que supone, sea cual sea el motivo, el estar jodidos.

Hemos de estar bien, porque, por encima de todo, es la manera más sencilla de garantizar que estamos dormidos.

sábado, 23 de julio de 2016

Botón Rojo.

Subí al autobús y al instante, como estando entre dos ventanas abiertas, llegó ese extraño olor, ese que a la par que confortable desprendía el asqueo de la ausencia de novedad.

Al principio el trayecto era interesante, nada del otro mundo, pero agradable si dejabas de pensar que estabas encerrado.

A través del cristal podías ver las empedradas calles adornadas con árboles, suponía por no perder el contacto con lo natural, los viandantes ensimismados en sus historias y una pequeña victoria de un niño haciendo sonreír a un venteañero.

Sin embargo a la hora mis pies se comenzaron a entumecer, mis pies se cansaron de no ejercer y mi vista ya no distinguía novedad alguna que despistara la bruma de una cabeza en búsqueda de algo de lucidez.

Ese es quizás el peligro de la rutina, que usada como método de vida, la vida se olvida para no ser más que un sistema.

Pronto caí en la cuenta de que el autobús respondía a la ruta 8, eso quiere decir que llegaba a los extrarradios de la ciudad y atravesaba el centro en la mitad del trayecto.

"Tres vueltas son suficientes" me dije, y me dirigí hacia el botón rojo.

Pero en ese autobús no había botones, miré a mi alrededor. El autobús estaba repleto, no había caído en la cuenta hasta aquel momento, indagué en los rostros de los pasajeros, no era posible.

Todos estaban contentos, felices de sus asientos, hubo uno incluso que lo adornó con una florecita. Comencé a sentir asfixia, claustrofobia, mi respiración se aceleró en carrera con mi pulso. Respiré hondo. "No puede ser".

Atravesé el pasillo observando con más ahínco. Todos lucían la misma cara de gilipollas satisfecho de ejercer su derecho a salvaguardar su estatus de pasajero, al fin y al cabo,ser pasajero no era tan malo y se podía vivir sin complicaciones, la elección de ruta era delegada y así uno tenía tiempo para observar a través del cristal, eso les gustaba, les encantaba.

Agucé el oído y lo escuchado me horrorizó, no había ni una sola conversación que no discurriera sobre el mecanismo, la ruta o el contenido del autobús, algún que otro lumbreras habló de un edificio que observó desde la ventana pero nadie mostró interés.

Dios, dios dios, me estaba asfixiando, debía de haber alguien que pudiera sacarme de allí, recorrí el pasillo agarrando a la gente por los hombros.

"Fue una suerte coger este autobús" "Qué orgullo ¡eh!" "¡La ruta ocho es la mejor!"

Mierda, eran definitivamente gilipollas. La ansiedad me atrapó, la opresión en el pecho se tornaba a insoportable, mi pulso comenzó a... Un momento.

El conductor, claro joder, el conductor debía de saber por qué cogimos esa ruta, él la eligió y él me dirá como bajar, claro, no podía fallar, él la eligió.

Me acerqué y lo agarré del hombro, reconozco que no medí mi fuerza, estaba desesperado, se desprendió de mi mano con un movimiento mostrando su molestia, estaba centrado en la carretera.

Escruté su rostro, parecía más serio que el resto, eso me tranquilizó.

-Disculpe, ¿me podría indicar como bajarme por favor?

Me miró de reojo, ni se molestó.

-No sé como se hace eso.

La presión aumentó.

-Pero, pero, pero usted sabe la ruta, la eligió, usted decide quién...

-Calla muchacho, no me molestes más, a mí sólo me pagan por conducir por esta ruta, yo no decido nada.

"El conductor no decide la ruta"...

Supongo que cuando caes en la cuenta de que ni si quiera el conductor sabe por qué conduce por la ruta la idea de reventar a golpes la ventana pasa de ridícula a liberadora.






Gente Corriente.

No es el deber lo que debe de moverte.

De modo que la obligación la dejaremos en la esquina, en esa sucia esquina en la que se acurruca la miseria que con histeria abrazas cuando en tu búsqueda solo encuentras desconsuelo.

Esta es una carta que, en segunda persona, ataca al ego, una carta que sirve como entrenamiento, en el conocimiento de uno mismo, que ya sé que acojona mirar al abismo de uno, pero recordemos que el problema no estriba en que mirar al propio abismo nos induzca a estar jodidos.

El problema estriba en que si tenemos un abismo dentro, de esos que dan vértigo, significa que nos hemos llenado de vacío.

Necesitamos seguir escribiendo, seguir pensando y sintiendo, esquivando las directrices en nuestro tiempo libre, apostar por una libertad consciente y no casual, que sea consecuente con la carga impuesta y que atenta contra uno mismo cuando, por falta de pensamiento, deja de ser libre. Esa es la clase de libertad que hemos de buscar.

Esto es una carta que opta a remover el óxido de mis palabras que resuenan viejas de no moverse, que perdieron el hilo y no tienen argumento al que atenerse, que ya no saben contar glorias y penas de historias en cadena a punto de romperse.

No vuelvan a preguntarme si estoy bien, los imbéciles siempre están bien y sonríen orgullosos de lo hecho.

Pregúntenme si soy consciente, y si siendo consciente, estoy satisfecho.

Este es un texto, uno cualquiera, uno disperso de esos que a penas dicen nada, de brillo opaco y de excelencia ausente.

Un texto que busca la garantía del dueño de dejar de ser gente corriente.



"Al fin y al cabo tú eres el autor de La Preciosidad".

sábado, 18 de junio de 2016

Donde.

... como desconexión.
-¿desconexión? -rió-. Eso es ridículo, una desconexión conectada a la red.
-Eso es la escritura, o al menos, eso parece.

Cuanto tiempo, tanto que el pasado ya no parece reciente.
Cuanto viento, tanto que el estar quieto se viste de proeza.
¿Donde está el poeta? ¿y el poema?
¿Donde está ese daño enrabietado de palabras?
¿Donde estás tú?
Tú que hacías malabares con las letras siendo un veleta y cumplías los principios a tu antojo.
Tú que las frustraciones de crío las cubrías de belleza.
Tú que definías un conflicto complejo con complejo de dios y estando lejos emulabas acortar distancia.
¿Donde estás joven sabio de la ignorancia?

¿Donde?


Estoy, amigo, donde aquellos que te construyeron se esconden.

Donde se desvanece nuestro nombre,

Enseñándote, compañero.

Enseñándote a ser un buen hombre.