Era mi camisa, la que planché impecable tras su primer uso hace ya unos siete años, era mi camisa, color vaquero con tacto suave, con botones a presión y sin hendiduras en ningún extremo, era mi camisa, ahora sucia y estropeada a la que abandoné por no querer su amalgama.
Que sí era ella, mi camisa no planchada, desaliñada como un buen cabello, ¿Qué hacía aún en mi armario? ¡Si ya ni si quiera pegaba con mi cara! ¡Si hace años que pasé de la comodidad a la elegancia vana! Mi camisa estropeada...
Quizás fue la consciencia que me azuzaba y me obligaba a pensar que la corbata que mi cuello apretaba no era más que una moda rancia que se anclaba en las hebras de una sociedad que no avanzaba.
Pero me la quité con el quite que me acariciaba, y arranqué los pantalones que apretaban y los zapatos italianos que más que sanos, deslumbraban a aquellos que languidecían por unas encías que se abrían para no decir nada, pero ya no me importaba, porque mis sanas ganas de encontrarme con lo que antaño fue daño y palabras me embelesaba.
Y me puse aquella camisa hecha de risa y de la brisa coloreada.
Y me la coloqué como quien coloca lo que no se toca y lo tocaba.
Y me desaliñé para hallar el guiño del niño que un día fui y que ya se me olvidaba.
Y escribí el relato de cuando me puse una camisa que más que camisa era mi alma, que me esperaba.
http://www.youtube.com/watch?v=o0_gZMNJnpk
lunes, 30 de diciembre de 2013
martes, 17 de diciembre de 2013
Palo.
Recuerdo con la más profunda ternura la sonrisa de aquellos años, ¿Sabéis de qué hablo? ¡Sí hombre! ¡Sí mujer! El placer de caminar con la ternura sin simularla, de sonreír pícaro pero sin intención y de engarzar la picardía sin engaños, hablo de lo infante que era señoría, hablo de cuando ni si quiera hablaba y hablo de que ahora debería hablar y recordar hasta el último detalle de esa zona del recuerdo y si hay algo que merezca el podio de entre toda mi memoria, eso es el palo. "¿El palo?" Sí señoría, el palo. ¡Casi ni sabía andar y ya tenía un palo!
Era mi perfecto palo multiusos, lo usaba como intermediario entre la comida y mi boca, también para lavarme los restos sobrantes de alimento entre los dientes. ¡Y no dejaba de ser útil para un punzante picor en la espalda! También lo usé alguna vez para encajar mis ajustados zapatos, ¡O como broche de pantalón! ¡Lo usé como palo mayor de un barquito de madera! E incluso, y aunque me avergüence de sobremanera hacerlo público, en alguna ocasión me resultó útil para sacarme un moco.
Pero los días se hicieron meses y por evolución, los meses pasaron tal y como pasaron los otoños y uno y otro. Y a cada otoño recogía un palito más para mi particular colección, cada uno era distinto del anterior y no menos útil. Y siguieron pasando los otoños y más palos recogía, y más diferencias veía hasta que un otoño, recogí el último palo.
"Y si...
Y si..."
Aplané el primer palo y más fácil me resultó atrapar mi comida sin riesgo de pérdida, apuntillé el segundo palo y ¡Podía pinchar la carne mejor! El tercer palo le uní varias astillas pequeñitas en la punta y me limpié los dientes con él, pero me seguía saliendo sangre, ese invento debía mejorar... ¡Pero curvé un palo! ¡Y me sirvió como entrada a mi zapato! Otro lo lijé y sirvió sin trabas de agarre del pantalón a mi cintura. Para palo mayor de un barquito funcionaba a la perfección el palo al natural ¡Y resultó ser que para sacarse los mocos era mejor la mano!
¿Y si probamos a dejar de ser palos?
=)
Era mi perfecto palo multiusos, lo usaba como intermediario entre la comida y mi boca, también para lavarme los restos sobrantes de alimento entre los dientes. ¡Y no dejaba de ser útil para un punzante picor en la espalda! También lo usé alguna vez para encajar mis ajustados zapatos, ¡O como broche de pantalón! ¡Lo usé como palo mayor de un barquito de madera! E incluso, y aunque me avergüence de sobremanera hacerlo público, en alguna ocasión me resultó útil para sacarme un moco.
Pero los días se hicieron meses y por evolución, los meses pasaron tal y como pasaron los otoños y uno y otro. Y a cada otoño recogía un palito más para mi particular colección, cada uno era distinto del anterior y no menos útil. Y siguieron pasando los otoños y más palos recogía, y más diferencias veía hasta que un otoño, recogí el último palo.
"Y si...
Y si..."
Aplané el primer palo y más fácil me resultó atrapar mi comida sin riesgo de pérdida, apuntillé el segundo palo y ¡Podía pinchar la carne mejor! El tercer palo le uní varias astillas pequeñitas en la punta y me limpié los dientes con él, pero me seguía saliendo sangre, ese invento debía mejorar... ¡Pero curvé un palo! ¡Y me sirvió como entrada a mi zapato! Otro lo lijé y sirvió sin trabas de agarre del pantalón a mi cintura. Para palo mayor de un barquito funcionaba a la perfección el palo al natural ¡Y resultó ser que para sacarse los mocos era mejor la mano!
¿Y si probamos a dejar de ser palos?
=)
domingo, 15 de diciembre de 2013
El baile.
-Agárrame la mano.
La miré a los ojos, dios… qué mirada, mis palabras sonaron
convincentes, desde la profundidad de mi garganta, arrastrando la gravedad con
la lengua para dejar que ella las saboreara, no se agregó una sonrisa a la
propuesta, y en ese mismísimo instante, cuando ella sonrió burlona, caí cuenta
de lo imbécil que era.
Ella era fuerte, inteligente y expresiva. Era encantadora y
sonriente, era un muro que nadie derrumbaba pero dejaba entrar a cuantos
quisieran con la premisa estipulada de que no se dejaría destrozar. Ella era lo
mejor que yo había visto en muchísimo tiempo y en un alarde de ataque, le
ataqué, estableciendo bajo ella el papel de víctima y adueñándome del de héroe “agárrame
la mano” le dije. Seré estúpido, ella no necesitaba salvación, ella no
necesitaba a nadie; por eso...
Ella era la más difícil de las conquistas.
Ella era la más difícil de las conquistas.
Había que alegar alegría en lugar de compañía, sonrisas en
lugar de apoyo y un baile, no un rescate.
Fue entonces cuando terminé la frase…
Agárrame la mano, vamos a bailar.
jueves, 5 de diciembre de 2013
El Puente.
Comencemos, pero esta vez por el final, esos que acaban sin acabar, empecemos por donde hemos de empezar para culminar el desenlace solo por el placer de rematarlo y en el remate hagamos alarde sentencia y disparemos al unísono para salir heridos, para salir dañados, para salir por patas mujer. Pero sonriendo.
¿Porque quién sabe si nos volveremos a encontrar?
¿Porque quién sabe a quién nos vamos a encontrar?
Con ritmo, Para ti.
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