viernes, 21 de febrero de 2014

¿Eso es lo que quiere?

Dijiste algo en contestación a lo que yo te sugerí, y sin embargo tus palabras sonaron distantes de la intencionalidad que planeaba, a una distancia que distaba en demasía de acercarse hacia cualquier acercamiento y rehusaste, como yo rehusé de alabar el brillo celeste de tus ojos entre cuatro guiños desde el mirador, porque ¿Quién no haría eso?

Porque ¿De verdad querría besarte si tu quisieras besar al que alaba tus ojos para conseguir tu beso?

No te quiero si tu quieres, y si no quieres quizás sea por que quieres eso, lo mismo que te hace ser lo que eres, lo mismo que se le podría decir a todas las mujeres.


No deberías querer que te diera eso si es lo único que quieres.




Y yo jamás te querré si para quererte hace falta eso.


Porque quizás sea todo esto lo que me mantiene.







Y en definitiva, tan solo puedo quererla si usted misma ya se quiere.

lunes, 17 de febrero de 2014

Un coche.

Lo nuestro no era amor, aunque lo pareciera.

Lo nuestro no era amor, aunque más lo parezca conforme más nos alejamos, no había cariño tras unas caricias que viajaban cuesta abajo por tu bajo vientre, no se encarnaba más deseo que el carnal deseo de arañarnos la carne.

No había más posturas de abrazos que las que nos juntaban por las vergüenzas, y no hay más ciencia que esa, el complicado asunto de sentirnos lejanos y por necesidad, recordarlo como algo que menos efímero de lo que fue, más intenso de lo que se sintió, y más memorable de lo que nos avergonzaría reconocer.



Porque del sexo pasamos al exceso, por eso nos desnudábamos.


Porque lo nuestro no era amor, aunque ambos lo buscáramos.

sábado, 1 de febrero de 2014

¿Inteligente? hay otras palabras que comienzan por "I"

Ya no me perturba la hermosura, es cierto mujer, que encontré el camino perfecto entre la imperfección de otros besos, y subí entre el caminar de dos montañas, y monté a lomos del lobo fiero que prefiero ser antes que el hombre que ama a una mujer a cambio de mil torturas y un poquito de sexo.

Ya no me perturba la hermosura, y dura la abstinencia por convicción, por la elección de ser yo el que pone en evidencia a lo que la muchedumbre adora por considerarse cordura.

Y no hay mayor vergüenza que creer siempre estar en lo cierto, puesto que dejarás al descubierto tus cartas que hartas de estar en tus manos harán halago y gala de la verdad que jamás quisiste destapar.

La humildad no vale nada; dijiste. Es como imponer límites a unos ojos que se empeñan en volar para evitar la tierra que hierra de imbécil.

Pero amigo, no existe otro motivo para volar que el de tener las alas preparadas para la búsqueda de una ilusión. ¿De qué sirve volar caballero, si está más preocupado de escapar de la tierra que de encandilarse con el cielo?









Y es que el problema de creer ser tan listo es que al final acabas por ser mucho menos listo de lo que crees.