martes, 17 de septiembre de 2024

Como se quiere en condiciones.

 

Me dolió y ese dolor fue absurdo. Me irritaba, no entendía que me entendiera aunque lo intentara. Éramos un sin nombre; anónimos por el miedo de ella a mostrarse y mi reticencia a quererla como se quiere en condiciones. Me gustaba su cercanía, su espalada, la apertura de su boca, el vaivén de unas caderas que se iban tras saludar. Me ponía al ponerme a imaginar el modo en que su caminar se largaba, porque ese caminar se asemejaba a su cabalgar. Lo cierto es que no me gustaba ella, me gustaba que yo le gustara y que le diera por querer compartir tiempo conmigo, me dejé seducir por la belleza de un gesto tan altruista como infrecuente. Eso es un valor en alza, cada vez más devaluado. Será la inflación, qué sé yo. Que la economía divaga en consonancia con el amor y no es común que uno invierta sin la seguridad de sacar algo de valor. Abundan los criptobros del afecto. No me queda otra que aplaudirle cuando veo que ahora comparte sexo con otro maromo de fuertes facciones.

Uno cuando quiere de verdad, se merece a otro que le quiera en condiciones.

viernes, 23 de agosto de 2024

Como se cuidan los pobres

 

Sí. Supongo que sí me quiso. Pero su destrozo le vino grande. No tuvo hilo para remendar todo lo que fue rompiendo. No tenía ladrillos para construir los muros que fue destruyendo. Y viendo aquel panorama le invadió la desgana y se largó con su martillo a otro lugar que siguiera intacto. Total, tampoco quedaba mucho más que romper por aquí.

No me quejo del desinterés, de la flojera de la mano que no sujeta mi tacto, de las fotos que quemé pa no ver que un día sí que me quiso. No me quejo del vicio que le entraba por las narices. Qué sé yo… quizás era yo el que me drogaba poco, y poquito a poco uno se aburre con quien no debuta. No me sofoco, porque tampoco es que se pueda agarrar a alguien de los hombros y decirle, “quiéreme, hija de la gran puta”. Estoy tranquilo, porque no es difícil encontrar sustituta y con todo lo vivido me siento invencible. Si nadie es imprescindible, ¿qué derecho tengo yo para la disputa? ¿Qué pido en reclamaciones, si las fotos de la toscana ya no computan?

Nada. Niña. Nada.

Los remiendos los puse de mi bolsillo, igual que los ladrillos y los azulejos. Me he dejao las paredes del pecho alicatás y me devuelve un reflejo en el que sí me reconozco. Solo me queda un ojalá, canija, el deseo y consejo de un hombre noble.

Que aprendas a alicatarle el pecho a otro.

Es así es como nos cuidamos los pobres.

viernes, 16 de agosto de 2024

Ahí supe que no eras para mí, sino para otro más violento.

 

A veces me llevan los demonios y me pongo violento. No distingo entre eficacia y talento. Se me meten dentro las ganas de agarrar un taburete y destrozar el mobiliario. Me imagino divinos momentos, paradisíacos escenarios, en los que me tientan, me retan a golpear y golpeo hasta dejar de distinguir las facciones. Fantaseo con la idea de estrujar la garganta de algún patán y coserlo a hostias. Y en esas divago y vuelo, y me revuelco en la rabia, a falta de labia que te ponga en celo. Y recuerdo aquella vez que le crucé la cara a un simpático muchacho que se pasó de la raya. Bueno, me dijiste al oído, me he puesto cachonda.

Ahí supe que no eras para mí, sino para otro más violento.

Continuar ahí fue como navegar con el viento en contra.

Quizás te faltaron hostias para quedarte aquí dentro.

jueves, 15 de agosto de 2024

La sucursal del infierno.

 

Han abierto una sucursal del infierno en la esquinita de mi barrio. Venden besitos a tres, decisiones flexibles y cerveza a buen precio. No hay necio que no pase a echar un buen rato, novatos aleccionan a doctores escuchando los errores que cometieron y el camarero escucha atento el silencio de los más borrachos. Beben despacio quienes tienen acciones de esta franquicia, saben que la codicia que te regala la noche, te arrebata la mañana, la tarde y el coche si está mal aparcado.

Que ya se sabe que la grúa no tiene clemencia con estos asistentes.

Han abierto una sucursal del infierno en la esquinita de mi barrio y soy parroquiano persistente. Un escenario proclive a la indecencia, lengüetazos en las comisuras, dimisión de la mesura que se agarra a la inocencia. No hay prudencia. Ofrecen poper a la verita del baño, y se te mira a los ojos al esnifar, para que a uno le de por pensar que las pupilas de mapache no son un bache de la belleza, sino su textura. Como si esa apertura de párpados me tuviera ya enganchado. Hay alemanes recién llegados esnifando cocaína en el reino nazarí. ¿Qué hacías ahí? Me dice una vecina que cocina sus avíos pal puchero. Que un día tonto me prestó romero pa un aliño. Que me hace un guiño de ventana a ventana los días que la sucursal del infierno no me roba las mañanas.

«Vivía», «moría», «bailaba», le contesto a la vecina y sueño que un día se anima a bajar conmigo.

Pero no se lo digo, aunque quiero. Ya noto cómo el puchero huele rico.

¿Quién baja a los infiernos agarrando con las manos un trocito de cielo?

¿Quién quiere bajar a los infiernos habiendo un plato de pucherito?

domingo, 7 de julio de 2024

Sensible

 

Yo estoy bien, me mantengo vivo. Hago deporte, como sano y hasta he aprendido a cocinar. Si me vieras pensarías que me han cambiado por otro. Por otro mejor, más capaz, con más ganas de vivir, con la risa en la pupila, con la vida que elegí. Soy más deseable ahora que me he deshecho rencor. Me siento invulnerable.

Invulnerable viene del latín, invulnerabilis. Que no puede ser herido. Mi piel ya no se abre aunque le ponga cremallera. No me descarno, no sangro, no se me eriza la dermis aunque yo quiera.

Los olores pasean entorno a mis narices, pero ninguno se queda. Escucho las palabras que me dicen, pero ninguna me llega.

Y el caso es que a mí me gustaba deshacerme en el aroma que me regalaba tu pelo, me gustaba saberme incapaz de dejar de mirar tu mirada cuando en mi mirada se dejaba caer.

Amar, dije una vez, es dejar tu vulnerabilidad en manos de quien sabes que no la usará para herirte.

Pero ahora no tengo vulnerabilidad que depositar en las manos de nadie, no hay aire que me abra, ni olores en los que quiera dormirme.

 

Ya te lo he dicho, niña, estoy bien, aunque parezca increíble. Supongo que era inevitable.

Lo que ocurre es que yo no quiero estar bien,

Quiero estar sensible,

quiero ser vulnerable.

viernes, 7 de junio de 2024

El comportamiento

 

Crecer significa entender que las experiencias se equiparan. Saber que nadie es especial provoca que la expresión “me han hecho mucho daño” suene estúpida, estulta, infante, cría, deshilachada, deshecha, inmadura. “¿Y a quién no le han hecho mucho daño, criatura?”. Los comportamientos no son excusas de un pasado que explica cómo hemos llegado a ser así. Es el lenguaje con el que nos expresamos.

No quiero explicaciones, ni excusas. Ni insulsas ascuas que esconden miedos enconados. Ni soberbia sostenida sobre media hostia. Que aquí todos nos hemos tallado la figura a palos. Será por eso que los malos siempre recalcan el sufrimiento vivido, como si lo sufrido bastara para justificar su condición de villanos. Claro, porque para ser un hijo de puta necesitas dar explicaciones. Esa es la coyuntura de los grandes cabrones, que hasta para las peores situaciones encuentran la excusa en todo lo que vivieron.

Pero parece que carecen de altura de miras para observar que no son los únicos que sufrieron, aunque sí los únicos que quisieron ser únicos en su sufrimiento.

Son los cobardes que dimitieron de sí mismos,

Y contrataron a su ejército de heridas para explicar su comportamiento.

 

sábado, 1 de junio de 2024

El círculo.

 

Ya no hay él, ni ella. No me quedan historias de amor porque me quedé sin él. Mi piel no se eriza, ni se me riza el alma porque la calma que sentía en el vaivén de la compañía, se me coló por la alcantarilla. A lo mejor fueron las prisas. Qué se yo. Que me hago viejo y que no encajo. Que ya me importa un carajo la vida de la gente nueva. Que no me quedo perplejo ante los complejos de superioridad. Que no me emociona sino la apatía de pensar que nadie vale un segundo de mi tiempo.

No siento. No cuento. Pero vuelvo a dormir.

No hay miedo, ni celos. Ese es mi mundo, salvo algún desliz.

Sé que lo que más interesa es mi desinterés. La atracción del sexo por no ofrecer nada más que carencias. ¿Ese soy yo? El que aporta tan solo vacíos que anhelar, cimas que no se pueden escalar, entrenamiento de la paciencia.

Y en ese círculo estoy yo, calculando el vínculo que nunca sucede. Escabulléndome entre la plebe que quiere mi amor. ¿Amor? La misma palabra me suena distante, añeja, vacía, dañina, inmisericordemente ajena.

¿Amor?

Yo de eso no tengo.

A mí de eso no me queda.