sábado, 14 de noviembre de 2015

Cosas del primer mundo: Los tres fenicios


Era la última pieza que quedaba por colocar en la armadura, tan sólo el íntimo pensamiento de introducir los remos en las oquedades preparadas para ello, ya le producía a Dérek el majara esa sensación de alivio postcoital que caracteriza a la culminación de un extenso proyecto.
Aún estando en tierra el navío, con la comprobación del movimiento circular que eran capaces de reproducir las astas recién colocadas, Dérek se dio por satisfecho. Y con la susodicha satisfacción decidió apoyarse en palo mayor de cara al mar, sólo por disfrutar de la, por fin, ausencia de trabajo.
Estando Dérek sumido en sus pensamientos, subióse mediante las amarras al barco Malaquías el empresario.
-¿Ya lo has terminao o qué?
-Ji.
-Que weno cojone, ¿Y cuando nos vamo?
-Yo que se killo, no me agobies.
-Bueno, bueno, tranqui, cúchame, esto –dijo Malaquías examinando la madera del buque-, esto flotará ¿no? a ver si nos vamos a meter tos en el agua y nos vamos a ir al carajo.
Dérek se rió, entusiastamente claro.
-No.
-¿Cómo que no?
-Po que no flota killo.
Malaquías, viendo cómo las ganancias que tenía en mente ante tal invento se echó las manos a la cara.
-¿Cómo no va a flotar?
-Po mira, que si lo metes en el agua se hunde.
-¿Pero esto no es un barco?
-Ji.
-Y los barcos ¿no flotan?
-Este no.
-Y ¿por qué?
-Es un barco original.
-¡Original mis cojones! –gritó Malaquías agarrando a Dérek del cuello–, ¡Te llevo financiando el proyectito de los cojones durante tres años! ¡Y ahora me dices que no flota! ¡Me cago en tus muertos!
Dérek se zafó de la presa como pudo, justo en el momento en que Neri el consejero pisó la madera del navío.
Cuando consiguió separarlos y se calmó la furia de Malaquías Dérek habló.
-Bueno, ¿Qué te parece?
Neri miró a Dérek con la ironía en la sonrisa.
-Depende.
-¿De qué?
-De si flota o no.
-Po no flota.
-Entonces tas quivocao de época.
-Aro aro –intervino Malaquías sabiendo el camino de sus intereses.
-¿Qué dices killo? –preguntó Dérek.
-Po que tas quivocao de época, ¿tú no ve que ahora hay que conocé mundo killo? ¿Qué llevamo lo meno tresciento año aquí apalancao?
-Ojú killo… –suspiró Dérek sintiéndose incomprendido.
Ante la imagen de Dérek sentado, con la espalda contra el palo mayor Malaquías y Neri negaron con la cabeza y se dirigieron a las amarras.
Antes de posar el primer pie camino de su descenso Dérek habló.
-Po lo mismo ahora no killo, pero dentro de tres mil años la gente preferirá que los barcos no se muevan.
A Malaquías ya le dio por reír, qué cojones, ya que no iba a ganar riqueza alguna, por lo menos echaba un buen rato.
-¡Pero qué dices majara!
-Y habrá habitaciones donde la gente remará en barcos que no se mueven.
Neri se comenzó a preocupar.
-Pero ¿pa qué?
-Y máquinas para correr sin moverse del mismo sitio en el que están.
Derek se levantó y agarró a Neri de la pechera.
-¡Y lo estático se convertirá en la norma! ¡Y la utilidad será de todo lo inútil!
Neri se zafó y huyó algo aterrorizado. Malaquías le siguió, escuchando los gritos dementes de Dérek el majara.



-¡Habrá barcos que no se muevan! ¡Y la gente se dedicará a remar sin desplazarse! ¡Al lado de gente que correrá sin moverse! ¡La utilidad será de lo inútil! –Reía Dérek.