¿Saben? Hasta hace un par de años ni si quiera fui capaz de articular alguna palabra que se escapara a los dominios de los monosílabos. Me sentía inseguro y cobarde, no destacaba en ninguna cualidad cuantificable, y mis méritos se reducían a ser el recadero de mi madre. ¿Para qué iba a servir yo en este viejo mundo? No sirvo para nada. Lo sabía y estaba convencido de ello. Por eso lo sabía.
Todo ocurrió en Brasil, a mi madre le dieron la baja por depresión y, en recomendación, se tomó la libertad de viajar, sin dejar atrás a su hijo imbécil e inútil. No culpo al que me juzga. Yo no había articulado jamás una frase con una concordancia más o menos descifrable, ellos jamás podían saber lo que viajaba por mi cabeza, ¿de qué iba a servir un chico así en un mundo como éste? No aportaba nada a esa sociedad, "pobre madre" susurraban las malas lenguas al pasar. "Pobre madre" y ella se lo llegó a creer.
Como dije, todo ocurrió en brasil, en una tienda de fruta, entraron hombres armados que golpearon a mi madre, quedando abatida y sin conciencia en el suelo, pero mi destino fue distinto, "mucho peor" dirían las malas lenguas. "Su destino fue muchísimo peor" dijeron las lenguas que hablan por hablar sin saber de qué o por qué se habla, las que hablan sin saber o conocer hasta qué punto conocen de verdad un destino.
Todo estaba oscuro, sería por la capucha de mi cabeza, cuando conseguí deshacerme de las ataduras y de la tela que tapaba mi visión, estaba solo, y en medio de la selva, deambulé por bosques que no conocía, alimentándome de frutos que bien podrían haberme matado, el caso es que cuando caí inconsciente en la húmeda tierra vegetada del amazonas solo escuché una voz que gritaba a mi lado con alegría: "¡Shuar Taka Tuka!" "jajajajaja ¡Taka Tuka! ¡Taka Tuka!.
Cuando desperté, me encontraba en un poblado indígena que habitaba la selva amazónica, me ofrecían felices su comida, me curaron y cuidaron durante días.
Shuar Taka Tuka significa hombre de brazos largos, yo era el único que podía recoger los frutos de aquel gran árbol del bosque. De repente me di cuenta de que era lo que jamás fui en mi tierra.
Uno más.
Y de que yo sabía leer y escribir como el que mejor lo pudo hacer, y de que si no hablaba quizás fuera... Simplemente porque no me merecía la pena. Encontré mi lugar y me apené del que encontró el suyo hablando de lo que no supiese por hablar, siendo el más feliz de los infelices. Y siendo yo quien soy, cai en la cuenta, de que fui mucho más afortunado que cada uno de ellos.
Moraleja: Que los demás no entiendan tu validez jamás significará que no sirvas para nada. Quizás sean ellos los que están totalmente equivocados tanto en la concepción de su mundo como en la de tí.