Ding-Dong.
-¡Ya están aquí!
-¿No habíamos quedado a las nueve?
-Se ha adelantado, ¡Anda! ¡Ve a abrir!
Giré el pomo de la puerta.
-¡Juana! No creas que no me alegro de verte, pero... no habíamos quedado en veinte minutos.
Ella miró su reloj, más nerviosa que despistada.
-¡Ay! Sí, lo siento, es que estaba tan emocionada, quería contaros todo desde el principio, el hotel, el recibimiento, la gente ¡Todo! ¡La luna de miel fue espectacular!
-Bueno bueno, siéntate en el salón, Silvia está en la cocina terminando de preparar la cena ¿Un vinito?
-¡Sí! Tráete el rosado, me gustó como olía.
-Pues cariño, tenéis que ir a Tanzania, es espectacular, la playa, la montaña ¡E incluso tiene bosque! El hotel era fantástico, tenía vistas al mar, me encantó.
-¿Y las gentes de allí? ¿Cómo eran?
-Pues los chicos del hotel fueron muy amables, pero había un camarero negro, bueno, ya sabes, de color, que olía un poco fuerte, pero por lo demás son gente maravillosa.
-Pero es natural, su olor corporal es más fuerte de lo normal, ¡Ay! se me olvidaba, ¿has traído la colonia?
-No, otra vez se me ha gastado.
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