Había un acorde menor colgado a la vera de la ventana. Tenía las notas abigarradas al sonarse y a mí me supo a gloria cuando se me deshizo en la piel. "Era rara" pensé sintiendo como los sonidos también aprenden a mimar.
Entonces besé mis manos, justo al final de los brazos, y sentí la fuerza que contenían las dos, sentí que sabían para qué servían. Hijas de lo utilitario, con fuerza de opresión, tan sólo querían acariciar.
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