domingo, 4 de febrero de 2018

La raíz.

Hay una raíz clavada en mi corazón con un sentimiento escrito en la savia. Una raíz que me hace llorar cuando tengo suerte, que me habla suave cuando me cuesta escuchar, que hace que vibre, una raíz increíble que me mantiene firme. Firmemente sensible.

Una raíz que me revuelca por dentro cuando no siento nada, que suena a balada de Andrés Suárez, que me acerca a las distancias más lejanas, que me revuelve por dentro, que me aprieta el estómago, que me aleja del cinismo y de la psicopatía y de la razón más aún cuando la tengo.

Una raíz que nunca será árbol, que nunca será acto ni habrá ciencia que la domine ni explique.

Una raíz que es pura y eterna potencia.

Por ser esperanza que aprieta y que se encarga de evitar que mi corazón claudique.

Una raíz que nunca será árbol. Una eterna potencia agarrada a mi sensación.

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