¿Qué esperáis mi señora? ¿Qué aguardáis agarrada a ese manto de punto que cosió alguien desde el profundo desconocimiento de su futura dueña? ¿Por qué veláis acolchada a la tabla de madera frente al mar? ¿Qué hay de poético más que la viva imagen de vuestra mirada postrada en los confines del la tierra?
¡Tengo un nuevo escrito! ¡Aquí yace un desvarío variado con el mío brío! ¡Desvarío apoyado en la sincera varianza del deber a variar! Un escritor dijo alguna vez, "tal vez el simple sonido de las teclas presionándose por la fuerza de tus dedos sean el matiz necesario para, con suerte, terminar parafraseándose a uno mismo" Y no me queda otra que el parafraseeo de tan ilustre frase para sacar a relucir la cobardía más deplorable.
Allá va.
Llevaba varios meses sin enfrentarse a ella, la maldita página en blanco que se paginaba como "trescientas cincuenta y tres", tan sólo le quedaba una buena conclusión, una frase culmen que dejara entre los labios la más contundente dulzura, aquella que denotara los tintes exactos e hiciera resonar las esquinas de las palabras más escondidas de la novela, sabiendo que aun siendo sólo palabras, estaban atadas a una perfección por encima incluso de él mismo, entonces concluyó. Sonrió para terminar dirigiéndose a la cama dejando paso en su rostro, casi sin quererlo, a la postura más desencajada. El sueño no le conciliaba y el techo era su atención principal.
La evidencia es algo curioso ¿Sabéis? Cuando eres tan sincero contigo mismo que se te presenta como inconcebible la posibilidad de ocultarte la verdad más devastadora no queda otra que añadir esa carga a los hombros.
Si bien encontró la manera perfecta de hacer de una vida que nunca existió una obra de arte, su manera de convertir su vida en una obra de arte no era otra que la de inventar otras vidas que él nunca vivió.
Y allí estaba entre la evidencia dubitativa de no saber qué dignificar. Bien una vida sobre la que se pudiera escribir. Bien el simple hecho de escribir una buena vida.
Una cosa estaba clara.
No se escribe acerca de las cosas que no se hacen.
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