viernes, 12 de agosto de 2016

La pistola.

No todos los días son lunes, dijo a primera hora de la mañana, será por eso por lo que sobrevivimos.

Quisimos que el camino se mantuviera derecho, en el estrecho linaje del que participa una nobleza como la nuestra, pero la muestra ya anunciaba el contenido perdidamente lleno de pillaje, será por eso que el equipaje que cargaba no sobrepasada las medidas de mano, para ir ligero, y conservarlo entero, pero no todos los días son lunes, ni todos los meses enero.

No es que espere nada, se dijo, pero, siempre existe un pero, una casilla más en la que se pudiera avanzar, una lanza apuntando hacia el objetivo, un hierro más que cargar, pretendía que mi equipaje fuera ligero, le dije, con toda la amabilidad que pude, "pero yo necesito todo esto", dijo mientras lo metía en mi mochila, y caminamos millas y millas, al comienzo podía fijarme en el paisaje y sus maravillas, en las tablillas de madera que cubrían las casitas, en la lluvia, el sol y los atardeceres que ceden paso a la noche, y llegó el derroche, y el camino se hizo camino y no viaje, y el paisaje se hizo camino y no lienzo, y el viento se hizo ausencia por escapárseme los momentos que la vida me regalaba.

Y forcé mi esfuerzo en cargar con la mochila llena de pertenencias que ni quería ni necesitaba.


Pero ni todos los días son lunes, ni todos los meses enero, ni todas las muertes son de bala.



Pero si tienes cojones, dispara.



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