Aquella noche vino mamá antes de dormir, ella era guapa y olía bien, me gustaba. Tenía el pelo rubio y liso, y los ojos pequeños y marrones, los tenía muy marrones, me gustaban mucho.
-Hoy has jugado mucho con la pelota ¿eh? -dijo ella con la voz algo más ronca de lo que se escuchaba en el resto de las mamás.
Yo no contesté, sólo sonreí y me acomodé en la cama, ella me dio un beso en la frente y apagó la luz.
-Buenas noches.
No contesté, las luces se fueron apagando conforme ella avanzaba por el pasillo dejando que la luz de las estrellas se colara por mi ventana con una intensidad cada vez más fuerte y fue entonces cuando lo pensé, y me encontré con ella cara a cara. Era la muerte, bueno, no era la muerte en sí, pero sí que era una toma de contacto con ella, me visitó al contacto de mi vista con una estrellita, la que estaba al ladito de la luna. Me sentí tan pequeño al imaginar la longevidad y el tamaño de aquella, que la muerte se me cruzó. Pero todos los dibujos que había visto de ella estaban equivocados. No vestía con capucha negra ni portaba una gran guadaña, sus manos no eran de esqueleto ni andaba descalza, ni si quiera era mala de por sí, pero existía. "¿Qué habría tras el límite que encierra la vida?" Entonces empecé a jugar con las palabras que conocía, palabras que daban lugar a pensamientos, recuerdo que era muy divertido imaginar cosas. Imaginé que la muerte no tenía por qué ser mala por muy mala que la pintaran, pues antes de conocer los helados de chocolate no sabía que existían e incluso me encantaron cuando los probé por mucho que su color al principio me diera asco. Luego pensé que ella, que se cubría con un manto de respeto, podría ser incluso sarcástica, y la ironía que tanto nos divierte a los humanos podría estar en cada rincón de la "no vida"; luego pensé que quizás eso no fuera posible, si así fuera ¿Por qué se lloraba tanto cuando se sentía una muerte? Algo tan triste no podía ser divertido, luego pensé que claro que podía ser posible ¿Para qué se crea el sarcasmo si no es para hacer de la tristeza algo divertido?
Pasé horas y horas pensando en aquello hasta que amaneció, sin llegar a conclusión alguna, pero me divertía haciendo que aquellos extraños conceptos se dieran forma unos a otros en mi cabeza sabiendo que no habría respuesta alguna a las preguntas que me hiciera sobre ella, ella era divertida, se escondía de mis preguntas; me recordaba mucho a Eva, una niña del cole, estaba en mi clase y olía muy bien, pero no hablaba tanto conmigo como me gustaría y eso hacía que yo quisiera hablar más con ella. Me gustaba Eva, y me gustaba un poco más la muerte. Ella ni si quiera se pronunciaba, por eso sabía que yo le gustaba a ella, ella quería que preguntara por ella una y otra vez, yo sabía que me esperaría en silencio, como Eva al día siguiente en el cole. Sabía que seguiría sin responder a mis preguntas, a lo mejor, pensaba, ella espera riéndose, a lo mejor es tan divertida como lo soy yo.
Entonces encontré la única respuesta que había en aquel divertido discurso, y me sentí un poquito más fuerte.
Si bien seguí preguntando sobre respuestas ausentes, aquello parecía tener un orden igualito al de los cursos,
Y parecía que yo iba antes que la muerte.
Sonreí.
Parece que ella no ha tenido tanta suerte.
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