sábado, 30 de agosto de 2014

La ignorancia de Juan.

-Ni si quiera estoy seguro de ser una persona.
Todos terciaron mirarme a fin de dar paso a la esperada carcajada unánime.
-¿Qué cojones dices? -alegó Juan.
Lo miré. Primero serenamente, y luego con la dureza más cruda.
-¿Sabes acaso lo que significa ser persona hoy día anormal?
Calló.
-Ser persona significa algo demasiado ficticio para que yo pueda tomarlo con la certeza que la mayoría impone -cerré los ojos un instante, inspiré y proseguí con mi discurso-. Verás, somos un nombre con sus apellidos, somos un número para el estado, somos lo que estudiamos e incluso somos la compañía de movil que hemos elegido, somos, por la más torpe elección, una cuenta de facebook, somos chat y letras del color que elijamos, somos la preocupación de asentar la cabeza, somos ocho horas laborales, ocho de sueño y ocho de ocio, somos pura programación. Pero hace mucho que no somos carrera, ni risa, ya no es importante para las "personas" visitar un acantilado, ni cubrirse de alegrías haciendo reír a un crío, no es importante jugar, no es importante ni ver ni sentir la lluvia, ni el amor, ni el hablar con desconocidos, la música pasa al plano más banal de la importancia, creemos ser el levantamiento tras la caída.

Pero si nos levantamos para seguir sin ser lo que deberíamos...

Seremos de todo menos vida.


Por esa razón estamos aquí Juan, con tres copas en el estómago, y la cuarta en camino. Porque parece que nuestra alma ha caído en la cuenta de que la hemos cubierto de mierda.


Y entre la peste de la que se impregna recuerda que quizás sea mejor olvidar lo que somos a cambio de los cuatro euros de la copa, pues si bien se sabe que se es sota, caballo y rey. Veréis que se prefiere olvidar el atentado que nos provocamos a fin de volver a ser al día siguiente aquel que ni queremos y sabemos ser.






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