Y dejé de escribir, dejando escrito en la piel de las
palabras que quizás ya no me acompañaban, una pena, tanto que viajaron junto a
mi compañía, tanto que me acompañaron entre versos de las piedras, entre
ilusiones impuestas por las buenas propuestas del altruismo.
Pero ya dejé de escribir, ya no siento ese tiento que rompe
el miedo de una mentira que pasa a ser verdad, ya no veo la ficción agarrada al
corazón de una imaginación que se empeña en volar, ya no hay un anexo al sexo y
a su preludio, ni si quiera un tenue estudio del paisaje que se acaba de rozar,
ya no existe un roce a otro nivel de lo que se conoce ni un artista en la pista
de baile, ni una conversación temblorosa entre risas de cobardes, ya no hay
quebraderos de cabeza, pero hay cerveza.
Y mujer, tenga usted la certeza de que...
Todo lo perdido lo
volveré a tener bajo mi arcón.
Porque a pesar de que todo lo perdí.
Sigo siendo un ganador
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