“Las ganas ya no son lo
que eran” pensó mientras engullía la liquidez del yogur frente a la primera
serie que encontró en la televisión. Estaba decidido a no salir, incluso
después de la expectativa presentada y de aquel mensaje que le empujó hacia los
exteriores de un sueño que aún no había empezado a desarrollarse.
¿Qué ganaba? Mas que la
seguridad de que acabaría con cervezas de más, con el anhelo anclado en la
mirada de más de una dama, y quizás con algún piropo metido entre los labios de
alguna descarada.
¿Qué perdía? A sabiendas
de que pudiera ser que nada funcionara.
Y aunque su honra
guardara, ni si quiera se podía dar por sentado, como por sentado dio lo que se
le presentó de manera más clara.
La dignidad estaba
sobrevalorada.
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