martes, 20 de diciembre de 2016

Vértigo.

El deseo de volar siempre estuvo ahí, fue algo intuitivo, nacido de lo irrefrenable del ser humano. será por eso que no es tan raro el acongoje que precede a un salto de paracaídas, es el vacío lo que nos hace gritar. El vértigo, escuché una vez, nace del miedo al deseo de tirarse y no al descuido de caerse, otra forma de decirlo sería que tememos más a nuestro yo como ser activo que a nuestra torpeza. He de suponer, por tanto, que el vacío estaba en nuestra identidad desde el comienzo.


Debe ser hora de aceptarlo y de fabricarse unas alas a escala.

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