Es la tercera vez que veo su nombre en la pantalla de mi móvil parpadeando, vibra, como si quisiera llamar mi atención, como las dos primeras veces, "que le jodan", me digo por tercera vez, sabiendo la mentira que ergarzan mis palabras. La negociación se abre paso sin mi permiso a través de mis negativas, de mis reticencias a sus ojos y aprieto el botón verde.
-¿Si?
-Hoy, a las doce en el bar.
-Pufff.
-Venga, ¿hay algo que perder?
Y allí estaba, con cerveza en mano y con la atención puesta en la cornisa de sus pupilas, con la ebriedad pintada en mi rostro, y con la respiración cada vez más acelerada, vi y caí en la cuenta de que no era otra cosa lo que yo quería, que traté de perderme entre mil cuerpos en pelotas y lo que quería realmente era morder sus labios desnudos, que he sufrido orgasmos de gritos en los cielos, y lo que deseaba eran dos palabras y su sonrisa. Que he sentido el amor de tres o cuatro variedades de sonrisas vacías, sabiendo que era su sonrisa la que me llenaba.
Te amo y eso es lo único que importa.
Le repetía a cada regreso.
Y una mierda. Pero tranquilidad. Yo romperé los esquemas gritando la verdad. Gritando lo que nadie se atreve a pronunciar.
"Te amo y eso es lo único que tengo."
domingo, 28 de abril de 2013
martes, 23 de abril de 2013
Lo más importante es Lisa Hannigan.
Habría de decirte, mi cielo, que quizás debiéramos salir y sentir la brisa que nos brinda esta dulce noche de primavera, quizás habría de usar mi lengua para acariciarte con un suave juego de palabras, ya sabes, eso de tentar a la tentación. Quizás, vida mía, quizás debería llamarte, y decidir caer a tientas de ver que me das por mi arrastre, porque ya sabes lo que busco entre las aceras y el mareo, ya sabes lo que busco. Quizás debiera dar una seña, estaría genial ¿No es cierto? Ver mi nombre en la pantalla de tu teléfono asegura una sonrisa esbozada en tu boca, pero ni si quiera voy a ver un ápice de recompensa, el devenir de tus caderas no vendrá y yo cada vez soy más ateo, y por no creer ya no creo ni en tu deseo.
Quizás debiera hacer algo. Pero jódete puta. Porque es hora de dormir.
http://www.youtube.com/watch?v=tQKaXLGOFVI
Quizás debiera hacer algo. Pero jódete puta. Porque es hora de dormir.
http://www.youtube.com/watch?v=tQKaXLGOFVI
domingo, 21 de abril de 2013
El recubrimiento.
Lo primero fueron los calzoncillos, de licra fina, alta sastrería y clase agarrada a mis partes. Luego fue la camisa, blanca inmaculada, sin rasguño ni impurezas, pulcra y elegante, como debiera de ser, abroché mis botones hasta el cuello y desabroché el último, había que dar imagen de desahogo, la planché con mis manos y fui directo al siguiente paso, los pantalones. Parte baja del traje de azul oscuro, con sutiles líneas que no llegaban a darle el matiz de informalidad pero sí la distinción buscada, se abrocha por encima de la camisa para que quede perfecto. Ahora toca el cinturón, de hebilla de plata, pega con la camisa blanca y destaca al contraste con la tela del pantalón, estoy perfecto. Encima de la camisa faltaba la chaqueta, había de ser idónea, y lo era, iba acorde con el cinturón, las mangas quedaban por donde habían de quedar, en conjunto era digno de denominarse por sí, "estilo", pero todavía estaba descalzo. Los zapatos han de dar la imagen perfecta, pueden representar inseguridad, egoísmo, orgullo, coraje; éstos eran italianos, de color negro acabados en rectángulo y no en punta, brillantes, con betún azul marino. Lo cierto es que estaba impecable, era el mejor.
Cuando bebía mi Jack Daniel's solo con hielo me vi frente a ella, escuchando su dulce fluir de palabras, esperando a mi ingenio, abrí la boca pero... no dije nada.
Fue entonces cuando caí en la cuenta de que yo tan solo era envoltura.
sábado, 20 de abril de 2013
Preferencia.
Cojo el papel en blanco, justo bajo el segundo cajón de mi escritorio. Tiene restos de carboncillo que se hacían ver en mi mente como la marca de un beso, "seguro que ella lo agarró sin querer", lo engancho a mi vieja máquina de escribir, ya nadie usa una de esas, quizás me hagan sentir más viejo, o simplemente puede que me parezca una estúpida idea romántica, de las de antes, de las que merecían la pena.
-¿Por qué escribes? Vuelve a la cama anda, creo que has dejado algo a medias por aquí.
¿Por qué escribo? Vida mía, escribo para rozarte con el silbido de dos palabras, escribo para hacer en susurros lo que otros no saben hacer ni a gritos, escribo para recorrer un sinsentido de deseos sin siquiera nombrarlos.
Que por qué escribo preguntas.
Escribo porque puede que llegue el día en que tres párrafos mal escritos sobre el caos de mi escritorio sean la humedad que necesitas en una tarde de verano y que esa preferencia no se debata ni con mil orgasmos de mil poetas.
Sabiendo, cuando empezaste a leer, cómo ibas a acabar.
-¿Por qué escribes? Vuelve a la cama anda, creo que has dejado algo a medias por aquí.
¿Por qué escribo? Vida mía, escribo para rozarte con el silbido de dos palabras, escribo para hacer en susurros lo que otros no saben hacer ni a gritos, escribo para recorrer un sinsentido de deseos sin siquiera nombrarlos.
Que por qué escribo preguntas.
Escribo porque puede que llegue el día en que tres párrafos mal escritos sobre el caos de mi escritorio sean la humedad que necesitas en una tarde de verano y que esa preferencia no se debata ni con mil orgasmos de mil poetas.
Sabiendo, cuando empezaste a leer, cómo ibas a acabar.
martes, 16 de abril de 2013
El momento de después.
Así nena, devuélveme todo lo que te dí en la conquista, imagino que sabrías en el momento en que me aceptaste entre tus piernas que el precio que habrías de pagar por mi guiño no era nulo, todos sabíamos que en el instante en que besé tu sonrisa terminaríamos donde estamos ahora, haciendo partícipe a tu boca de mis gemidos, aprieta, joder, aprieta, siente la tensión de los músculos de mis hombros agarrando la raíz de tu cabello, sonrieme desde abajo lo que te de la gana, haz que ronde mi interés, que crezca, que te tumbe y te tire, que te haga chillar y agarrar la almohada con tal de no arrancarme la piel, con la potente sensación de sentir que sentirás estar temblando justo después de que haga arquear tu columna, la misma que recorrí con besos y con muerdos de esos que dejan cardenales, cardenales que al ver su ausencia se echan de menos más que de más. Pero cállate, tan solo tienes que seguir el juego mientras dejas que la sonrisa encarcele tu boca. ¿Que quién gana? Quién más se divierta haciendo el recorrido hacia un alarido que se escuche en todo el bloque.
Así nena... joder... así... joder...
y...
¿Ahora qué?
¿Y ahora qué?
Así nena... joder... así... joder...
y...
¿Ahora qué?
¿Y ahora qué?
lunes, 15 de abril de 2013
miércoles, 3 de abril de 2013
Caracol.
Cuando nací, fue lo primero que escuché, y eso me sirvió para darme identidad, algo que todo el mundo quiere, y quizás algo que la mayoría necesita.
-Eres un caracol, -me dijeron-. ¡Hagamos una carrera! El primero que llegue tras el montículo ¡Habrá ganado!
Caminé y me arrastré por aquellos páramos alejados de la mano de dios, a mi ritmo ya que yo no podía ir al mismo ritmo que los que me pasaron, y en un alarde de arrogancia, la mayoría murmuraba -Vas bien para ser quien eres, pero déjame paso, que yo soy más rápido.
"voy bien, soy quien soy y voy bien". Me repetía.
Una tortuga me pasó de largo y me habló. "Deberías dedicarte a otra cosa, esto no es para tí"
"Quizás tenga razón" pensé, pero seguí caminando.
Un gato me miró y despreciándome bufó. "Jamás ganarás esta carrera, deberías abandonar"
"Probablemente tenga razón" pensé, pero continué mi camino.
Luego, pasó una liebre y con una voz arenosa y engarzando todo el desdén que encontró me habló claramente. "Fuera de mi camino, jamás llegarás al final de la carrera".
"Seguramente tenga razón" pensé y me aparté del camino, estaba cansado y tenía sed. Llegar al río que divisaba a mi izquierda sólo me costaría un par de horas.
Cuando iba a mitad de camino me giré hacia atrás. Todos estaban expectantes, pendientes de mi andada.
-¿Dónde vas? -Preguntó la tortuga curiosa.
"Me retiro, tengo sed y voy a beber agua" -respondí decaído.
-Yo t-te la t-traigo -tartamudeó el gato nervioso.
"No te preocupes gato, tu termina la carrera, para eso has venido" -le contesté volviendo a caminar.
-¡Espera! -chilló la liebre con pavor.
De repente vi a todos correr tras de mí, pero ya era tarde, había llegado al río. Y antes de beber agua me vi reflejado en él.
Tenía largas orejotas, nariz ligeramente alargada y ojos a ambos lados de la misma. Era una liebre. Me sonreí y los miré. Estaban pálidos.
Ahora sí que comenzaba el juego.
martes, 2 de abril de 2013
Tras la arboleda
El primer pitido me supo a esperanza. Después de casi quince minutos mirando la pantalla de mi móvil me decidí a llamarla.
El segundo tono me supo a desesperación. Es curioso como dos sensaciones tan contradictorias se pueden sentir con una diferencia de cinco segundos.
"Estará ocupada" pensé al tercer tono. Justo antes de escuchar su voz.
-¿Si? -contestó y yo, me la imaginé sonriendo.
-Ojalá estuvieras aquí mujer, así no tendría que definirte la belleza de una luna llena semioculta tras la arboleda. Así no tendría que imaginarme que los dos, en algún lugar distante miramos hacia el mismo punto vida mía, porque así podría estar seguro de ello. Ojalá estuvieras a mi lado, para que ella nos viera, y envidiara nuestros labios gritándose para rozarse. Ojalá... ojalá... eh... espera...
....
Era una farola.
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