martes, 26 de mayo de 2020

A tú teléfono le quedaría de puta madre mi número.


No tenía entre mis manos nada que probara lo indicados que éramos el uno para el otro. Nada que dijera si quiera que éramos carne de química. Si la esperanza hubiese esperado, lo hubiera hecho adherida a la carencia por antonomasia.

Y, aun así, la seguía queriendo ver.
Algo dentro de mí decía que las miradas no mienten.
Y que me moría por que me mirara exactamente igual que la primera vez.

Las posibilidades nacen del atrevimiento ante lo carente.
Y la comedia, de ver a las grandes posibilidades caer.

En un bar garrapatero de Graná se muere un recuerdo lentamente.
Y, también, con él, todas y cada una de las cosas que nunca van a ser.

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