Ya no me perturba la hermosura, es cierto mujer, que
encontré el camino perfecto entre la imperfección de otros besos, y subí entre
el caminar de dos montañas, y monté a lomos del lobo fiero que prefiero ser
antes que el hombre que ama a una mujer a cambio de mil torturas y un poquito
de sexo.
Ya no me perturba la hermosura, y dura la abstinencia por
convicción, por la elección de ser yo el que pone en evidencia a lo que la
muchedumbre adora por considerarse cordura.
Y no hay mayor vergüenza que creer siempre estar en lo
cierto, puesto que dejarás al descubierto tus cartas que hartas de estar en tus
manos harán halago y gala de la verdad que jamás quisiste destapar.
La humildad no vale nada; dijiste. Es como imponer límites a
unos ojos que se empeñan en volar para evitar la tierra que hierra de imbécil.
Pero amigo, no existe otro motivo para volar que el de tener
las alas preparadas para la búsqueda de una ilusión. ¿De qué sirve volar
caballero, si está más preocupado de escapar de la tierra que de encandilarse con
el cielo?
Y es que el problema de creer ser tan listo es que al final
acabas por ser mucho menos listo de lo que crees.
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