-Descubrámonos las caras
-¿Cómo?
-Descubrámonos las caras mujer, déjame verte tras esas mil capas de maquillaje que calzas, déjame verte sin alzas y sin pruebas, déjame sentir la ternura que existe tras tu fortaleza, déjame escucharte hablar de un cuento, déjame...
-Para hombretón, apenas le conozco, apenas hemos cruzado más de tres miradas y apenas rozamos nuestros labios, y por lo que he visto usted no es más...
-Lo se mujer, lo se, lo se.
Hasta otra entonces -dijo él entre suspiros y medias sonrisas.
-¿La volviste a ver?
-Nunca -dijo con ese manto de seriedad que le recubría las facciones desde hacía tiempo mientras apuraba el tercer Jack Daniel's con hielo en la barra de aquel tugurio-. Tenía razón.
Porque ¿Quién quiere descubrir lo que hay bajo las fisuras de la superficie del más borracho? ¿Quién se pregunta si debajo de alguno de esos tumbos existe ilusión? ¿Quién cree que el balbuceo puede llegar a esconder algo de valor? Yo te lo diré.
Nadie en su sano juicio.
Aceptaré mi condena.
Recubriré mi soledad con los besos de aquellas para quién la locura no le suena a desquicio.
Y agarró su guitarra.
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