domingo, 29 de abril de 2018

El derecho.


El hombre fuerte se sujetó las debilidades y cogió camino. Gastó suela y aunque doliera la lejanía decidió no frenar. Calmaba su corazón cuando éste galopaba y le apretaba el pecho. Aceptaba lo hecho y se rehacía cuando yacía maltrecho entorno a villa desengaño.
El hombre fuerte carecía de quejas y aunque no de carencias, las recortaba. Se perdía constantemente y siempre que se buscaba perdía la brújula y el norte, aunque sabía que añoraba el sur, pero no desesperaba, respiraba y apostaba por otro paso más.
El hombre fuerte carga con tres elefantes, uno por cada carga que se decidió por consenso que otros no debían cargar. Sal en las heridas, levanta ampollas, ahorra en comida, detesta las joyas, se calma con la bebida y se saca la cabeza del culo para lavarse la cara antes de que el amanecer le pille despistado.
“Nunca cambias” le dijeron al hombre fuerte.
El hombre fuerte llora vencido por la añoranza en una cama lejos de absolutamente todo. Con el pecho roto y el alma derramada dice que no se quiere levantar.
Dice que quien dijo aquello se merece errar.
Dice que un hombre fuerte tiene derecho a cambiar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario