jueves, 6 de noviembre de 2014

Callejero.

Frenesí, esa era la palabra que labraba mis espaldas y el recorrido de mis pies, tuerce, izquierda en la próxima esquina, cuidado, te pisan los talones, pisa fuerte, estáte atento, atenta contra tí, destrúyete, vete, para, respira y sigue corriendo, viendo que quizás, con suerte, pudieras escabullirte, escóndete y mantente... Ahora quieto, pueden estar escuchando atrás.... Vuelve y asegúrate, ahora huye y vuelta a empezar, corre frenético por las calles, que el perfecto detalle falle en su acierto y no te sienta con vida, deambula muerto bajo el supuesto de que no sientes más que eso, Y sigue con la petenera que te domina, que las esquinas sean rutina que se queden atrás, verás que los adoquines fueron firmes al afirmar que ellos serían los únicos fieles en sujetar tus plantas, no hay opción a caer, come, traga, y atraganta, bebe agua, y sigue, corre, ten miedo, no hay mantas que cubran tu temblor, siente el clamorío silente y sigue, cierra los ojos, llora, mira hacia atrás, ves que vas y como vas te persiguen, no respires, no hay calma, acelera tu corazón, estrésate. Y Para.

Mira hacia atrás con tranquilidad e hínchate de orgullo.

Tuyo es el poderío del que haces acopio, y tuyo es el nuevo tamiz.

¿En qué momento fuiste tan capullo?

Algo estaba claro "Sigo estando aquí".

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