miércoles, 13 de noviembre de 2013

Todo y Nada.

Oh dios, como añoro tus cabellos, esos que languidecen en la rozadura de tu cintura, quién tuviera el placer de ser una caricia en cualquiera de los poros de tu piel, ¡Mujer! Ardo en deseos de embriagarme con una bocanada de tu aroma, me queman las ganas de agarrar tus caderas, y quedarme a un beso de distancia de tu boca, sentir el aliento que emana de tus labios que piden a gritos sin hablar que sean cerrados, y te cierro, arranco tus vestiduras mujer, los botones de tu camisa ya no son necesarios, como tampoco lo es el enganche de tu sujetador, ¿Para qué querrías salvaguardar la limpieza de tan ajustado vaquero? ¿Para qué querrías mantenerte al margen mi cielo? Tus manos, impacientes desabrochan mi cinturón, son torpes, y te ríes, más de desesperación que de diversión, te aparto, rodeo mi brazo derecho el recorrido de tu espalda, aprieto con fuerza, con la misma fuerza que te empeñas en retener ese escalofrío, quieres que todo vaya más rápido y arañas mis hombros, te empotro contra la pared y rodeas con tus piernas mi cintura sabes que ahí está la táctica secreta de tus gemidos.


Y mientras añoro todo eso,

Y aun existiendo ausencia de acto, te empeñas en preguntar, te empeñas en saber.



-¿Me amas?

-Claro, pero tranquila niña.







Que me hago una paja y se me pasa.

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