martes, 30 de mayo de 2023

Hoy he ido al cardiólogo.

 

Me preguntaba si aún me quedaba algo en la parte ajada del corazón. O si, como pensaba, la raja había desbaratado la porción mayor de lo que de valor conservaba. Me cuestionaba si lo que lo inflaba ahora era el rencor, a la vera de una especie de baba pastosa incapaz de curar la herida. Lágrima sin cabida, vida satírica práctica, pero sin vuelco alguno. Sabía que hacía tiempo que no recibía lametones en la aurícula y que la película que me monté la cabalgaba uno que montaba mejor.

Como digo, me preocupaba el corazón, sus aurículas, sus ventrículos, su aorta y su capacidad para aguantar la presión.

Se había hecho fuerte, y así latía, decía el cardiólogo que tenía una buena vena cava. Que la envidiaba, mientras yo me preguntaba cómo era posible que no la sintiera yo.

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