viernes, 14 de junio de 2013

Por ser, somos.

-No se, supongo que hay momentos en los que se ven las cosas más claras -dijo él, con un pequeño atisbo de sonrisa en el rostro, de esas de difícil descifre.
-¿Cómo?
-Sí, ya sabes, verdades que nadie reconocería, verdades que se mecen entre cascadas de justificaciones, como aquella mujer que prefirió verse, por cobardía, entre los brazos de su verdugo a estar sola, o como aquel hombre que reza por que alguien sentencie su relación, porque sus manos son demasiado débiles para romper esa rama, por cobardía señora, por cobardía.
-¿Y quién eres tú para juzgar eso? ¿Acaso no bailaste entre los vaivenes de los impulsos de volver a unos besos? ¿Acaso eres tú el único que se abre a la sinceridad?
-Lo soy mujer, pero no se lo digo a nadie -dijo él guiñando su ojo derecho-. Al final todo acaban siendo actuaciones y excusas por no asumir que se tiende a la cobardía, a abrazar el miedo, por eso se hizo tan popular la frase de "el amor lo puede todo", no es que el amor lo pueda todo, es que todos temen que le dejen de amar. El amor no es la fuerza más dura que forja los lazos más férreos, no señora, se tiene miedo a la soledad, a no encontrar a alguien que sea tan especial como el anterior, se tiene miedo y por eso se mantiene algo que hace daño. No somos valientes aunque lo parezcamos, somos el carcelero que mantiene en prisión al guerrero que quiere gritarle a la vida. Somos la preferencia de un beso seguro aunque no nos guste. Somos lo que somos señora, y por ocultar lo ocultamos hasta de nosotros para que nadie lo vea.








Por ser somos como este texto cielo... Sin que nadie lo lea.

martes, 4 de junio de 2013

Mi reino.

Pedí dos whiskys, era una noche especial por especialmente solitaria que pareciera. el bar estaba comenzando a llenar y el barman me miraba con extrañeza, como preguntándome "tío, ¿No ves que estás solo?" le correspondí con una sonrisa y le dí el primer trago, "wuajjj". Sabía a rebeldía, a vueltas de cabeza, a desesperación y a esperanza. apoyé los codos en la barra y dí otro largo trago, luego alargué el brazo en busca de una de esas servilletas de papel echas más para escribir en ellas que para limpiarse. Escribí algo en ella, nunca he estado muy orgulloso de mi letra, pero a esas horas aún guardaba una cursividad elegante. La guardé en el bolsillo interior de mi chaqueta y me la quité. Volví a apoyar los codos en la barra y dejé paso al siguiente trago. "Waaaauuu". Sabía a reticencia y desenfreno, a toma y daca, sabía a juego, y había que jugar. Bajo mi mirada siempre suelo guardar las atenciones, y tiendo a estar atento a quién me rodea en el bar, pero no ese día, el hielo navegaba de una manera peculiar entre los cuarenta grados en los que se disolvía y yo prefería estar más atento a eso.

-Hola -Dijo ella sentándose en la banqueta de mi lado y otorgándome la más máscarada de las sonrisas.

Fruncí el ceño.

-Hola -respondí al giro de mi cabeza y atisvé el registro de babas que había dejado tras de sí en el camino a la barra-. me alegro de verte de nuevo -dije a la par que dejaba que el Jack Daniel's entrara a través de mi media sonrisa.

-¿Puedo? -preguntó mientras ya se llevaba el otro whisky a la boca. Dubité un segundo antes de contestar.

-Claro mujer, es lo único que me vas a sacar esta noche, aprovecha princesa.

Me estaba otorgando su cotizado cuerpo, estaba haciendo una obra de caridad a un perrito abandonado. Digamos que pareciera que ella era la que se situaba en la situación más fuerte, no venía a disfrutar sino a ver que podía sacar. Venía a ver si podía comprar alguno de sus besos, venía a intercambiar gestos. Ella quería mi integridad y quería creer que yo quería su carmín en mi boca. Pero señores, si es por preferencias, prefiero tenerlo todo.

Tras su primer trago, relamió sus labios, como si hubiera algo que buscar.

-El primer trago siempre sabe a esperanza ¿verdad? -dijo ella alegremente.

-Verdad, pero ya te llevo varios de ventaja.

-¿Y a qué saben ahora? -dijo con una suavidad aterciopelada en la voz, casi envuelta en el más sedoso de los susurros y dejando que una media sonrisa se le formara en el rostro. ¿Un beso? La idea pasó fugazmente por mi mente punzando mi pecho antes de desecharla.

Tragué lo que quedaba del wisky y me acerqué a su oído pasando la mano tras su cadera.

-A despedida -dije sonriente mientras desenganchaba mi chaqueta de su silla.

En el momento en que le das la espalda a una mujer de ese calibre es un error de novato el volverse para observar su reacción, tienes que aprender a vivir con la incertidumbre, tienes que aprender a vivir con la confianza suficiente como para saber que eso no importa.

Saqué la servilleta doblando la esquina y cambié el texto...




¿Mi reino? Mi reino por un beso No lo vendo.


http://www.youtube.com/watch?v=eFkmRp_G2uo