sábado, 13 de marzo de 2021

Niñas vestías de agüela.

 

Dicen que el optimismo se cura con la edad, pero no los complejos.

Desde lejos uno se mira como si no fuera uno, como si desde lejos se viera mejor, y en ese vistazo uno se piensa vivo. Se aprende, mirándose uno desde lejos, a vivir con prudencia, a verse con vistazos, a suplirse por el ideal de lo objetivo pa olvidarse de que pa ser objetivo con uno mismo hay que, necesariamente, perder subjetividad, perderse.

Hay que olvidarse, pa sé objetivo, de que hay copia de llaves de piso, niñas vestías de agüela, acento güeno de la tierra, viejas a la fresca. Cabello canoso der sofá a la cama, juventú comíendose las pieles. Flore roja enganchá en er pelito de mi morena, choquito frito en barra de lata. Hay que orvidarse el alma en er trabajito y las ganita en la cama, se olvida uno, queriendo perderse, de la madre de uno, de las tostaítas de manteca, de los colacaito y de las palmas.

Se le hace a uno un bujero en el alma y, por perderse, no se entera.

Se olvida uno de quedarse y por olvidarse uno de uno, uno no se queda.