Se
cierne la tormenta sobre occidente, el peso de las nubes sube y se siente la
presión, la preocupación constante y el reto de enfrentarse al vacío día tras
día.
La
ansiedad y la depresión, las drogas que nos mantienen en comunión, que nos
alivia un corazón que es áspero desde que se le exigió de todo menos silencio.
Y la música se vende a la utilidad y cuando se compran las ganas, estas se
convierten en obligación pero, se dice, tenemos el don de la libertad.
Y
yo te la daría toda a cambio de que se me limpiase el corazón.
Yo
te la daría toda a cambio de la rebelión del conocimiento que nos destroce:
Que
dios ha muerto y, con él, también todos los dioses.